Todos los movimientos sindicales derechistas -carlistas, gremiales, profesionales, católicos- acabaron sumidos en el sindicalismo vertical, marca de fábrica del franquismo y renovación del corporativismo de corte fascista ensayado ya durante la dictadura primorriverista con la Organización Corporativa Nacional. El nacionalsindicalismo falangista, con origen en las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), tuvo cierta influencia como marco teórico totalitario en el arranque del franquismo, pero acabó perdiendo fuerza en favor de la tecnocracia del Opus, rival -victorioso- de los falangistas a la hora de determinar el modelo socioeconómico del régimen.